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Sonrisas y lágrimas (2013/14) Segunda parte

Sonrisas y lágrimas (2013/14) Segunda parte

Enviado por Francisco Álvaro Ruiz de Guzmán-Moure el 29-09-2014

En el tanto de arbolillo acomodé al sin nombre, que demostraba cierta nobleza y sosiego mientras terminaba de camuflar la jaula. Ya dentro del puesto, el anónimo comenzaba un dar de pie muy suave mientras cargaba la escopeta y me acomodaba. Su trabajo era medido, con silencios oportunos, y sin machacar ni alterarse o subirse demasiado. Sin embargo el campo no daba señales de vida.
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3. Un Anónimo muy prometedor

Con la experiencia de Albaserrada, las ganas de colgar otros pájaros aún inéditos se me dispararon. Fue así como una mañana me colgué a la espalda a un pájaro de segundo celo sin probar, también sin nombre, aunque de la misma procedencia que Gaditano, algo que me hacía albergar ciertas esperanzas en su comportamiento. El puesto, de monte hecho por Matías y mi padre unos días atrás, aprovechaba el filo de un cortafuegos que no habíamos cazado hasta ese día.

En el tanto de arbolillo acomodé al sin nombre, que demostraba cierta nobleza y sosiego mientras terminaba de camuflar la jaula. Ya dentro del puesto, el anónimo comenzaba un dar de pie muy suave mientras cargaba la escopeta y me acomodaba. Su trabajo era medido, con silencios oportunos, y sin machacar ni alterarse o subirse demasiado. Sin embargo el campo no daba señales de vida.

Tras un rato de música en la que cada vez iban tomando más importancia y peso los silencios, una collera contestó desde muy arriba en el cortafuegos. El anónimo se desperezó y comenzó a dar de pie con suavidad y piñonear, mientras el canto de la collera parecía tomar camino hacia nuestra posición.

Cuando aún estaban lejanos, se piaron y por el ruido, deduje que habían aterrizado a mi lado, en mi margen del cortafuegos. El reclamo, lejos de amilanarse, les echó un “co,co,co” y unas embuchadas, y yo ya me frotaba las manos viendo lo que se venía. Pero esta caza, por suerte, es lo más impredecible que se puede uno echar a la cara. El tiempo fue pasando, el reclamo prácticamente recibía y no cesaba en su empeño, y a la collera no la vi ni sentí más en el resto de la mañana, por lo que con frustración y resignado acabé descolgando al pájaro que tan buenas sensaciones me había dejado... Se había merecido mucho más, pero este es el encanto de la modalidad que nos ciega tanto.

4. Lorenzo el silencioso

Se puede decir que escribo por mencionarlo, o tal vez por mencionar el tanto tan bonito de romero en el que lo colgué esa mañana. En otro cortafuegos, en la otra cara de la sierra, Lorenzo disfrutó del sol tranquilamente mientras yo me tuve que conformar con repasar otros asuntos mentalmente. Dos horitas de las que hacen afición, pues luego cualquier puesto te parece interesante o reciclable. El último día mi padre lo sacó y llegó el ultimátum; un macho le cantó (y casi le cagó encima) a su lado y no pareció tener nada que decirle. Un pájaro precioso, pero del tipo no se puede vivir.

Continuará......


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